Uno de los métodos para tratar las contracturas musculares es la aplicación de calor en la zona afectada. En el artículo de hoy profundizaremos en cómo aplicar calor para contracturas para recuperarnos de manera satisfactoria.
Las contracturas musculares son un mal común en los deportistas y uno de los principales motivos para que tengamos que realizar un parón inoportuno en nuestro entrenamiento. Para evitar estos parones debemos conocer cómo tratar esta dolencia.
Índice:
- ¿Qué es una contractura?
- Posibles causas de una contractura muscular
- Cómo tratar una contractura muscular
- Calor para tratar una contractura muscular
- Cómo aplicar calor para contracturas
¿Qué es una contractura?
Una contractura, como su nombre indica, es una contracción exagerada e involuntaria de las fibras musculares, de manera continuada. Pueden ocurrir en cualquier músculo y a pesar de no ser una lesión grave, sí es molesta y puede impedir realizar nuestra actividad normal debido al dolor.
En algunas ocasiones la contractura es palpable a través de la piel, como una zona endurecida que produce dolor local y altera el funcionamiento normal del músculo. Estos casos son los que se conocen vulgarmente como nudos y puede irradiar en dolor a otra zona o en sensación de adormecimiento en extremidades.
Se puede distinguir entre tres tipos diferentes de contracturas:
Las que se producen durante el esfuerzo. Al realizar cualquier esfuerzo físico, el cuerpo produce sustancias de desechos, llamadas metabolitos. Si no se es capaz de depurar estos metabolitos al torrente sanguíneo, se acumulan y generan dolor e inflamación.
Las que se producen posterior al esfuerzo. Estas contracturas musculares aparecen cuando el músculo es incapaz de volver a su estado de reposo, normalmente por una gran carga de trabajo.
Residuales. Tras una lesión grave como una rotura fibrilar, esguinces o traumatismo, la musculatura contigua se contrae como mecanismo de protección. Una vez recuperada la afección principal, la musculatura adyacente puede quedar contracturada.
Posibles causas de una contractura muscular
Los motivos que pueden causar la contractura muscular son múltiples:
Un sobreesfuerzo puede provocar una contractura. Si realizamos algún esfuerzo superior al que el cuerpo es capaz de soportar, tanto de manera puntual como de manera repetida, podemos provocar una fatiga al músculo la cual desembocará en una contractura.
Cuando un músculo está debilitado por una lesión o incluso fatigado, la realización de actividad física puede provocar una contractura. Esta causa es muy dada en personas sedentarias que son más susceptibles a sufrirlas.
Las contracturas musculares pueden darse también por posturas repetitivas, forzadas y mantenidas por un largo tiempo, como por ejemplo trabajando o durmiendo.
El frío puede provocar una contracción defensiva, que si se mantiene en el tiempo puede conllevar a una contractura.
Una mala alimentación e hidratación pueden llevar a un mal funcionamiento de la musculatura e incluso de algunos órganos que provocarán una mala eliminación de toxinas, aumentando el riesgo de sufrir una contractura muscular.
Cómo tratar una contractura muscular
Dependiendo de la gravedad y la persistencia de la contractura se diferencian distintos modos para tratarlas:
Masajes. El objetivo principal de un masaje es proporcionar un mayor flujo sanguíneo en el músculo o zona contracturada para favorecer la recuperación del tejido y eliminar metabolitos. Se consigue la relajación de la musculatura y la disminución del dolor. Es aconsejable que lo haga un profesional, dado que realizarlo sin conocimiento puede empeorarla.
Estiramientos. El estiramiento favorece a la desaparición de la contractura y aumenta su eficacia si la combinamos con técnicas de respiración. También puede formar parte del plan preventivo.
Vendaje neuromuscular. El vendaje neuromuscular puede ser un buen tratamiento siempre que sea realizado por un profesional.
La liberación miofascial. Podemos usar un rodillo de liberación miofascial para darnos un automasaje y así tratarnos la contractura.
Calor. Aplicar calor para contracturas es una de las técnicas más utilizadas y que más alivian las molestias de una contractura muscular. La termoterapia produce vasodilatación y como consecuencia de ella un aumento del flujo sanguíneo que nos provocará un efecto analgésico, relajación muscular y reducción de la presión arterial.
Calor para tratar una contractura muscular
El calor para contracturas está indicado para lesiones agudas, es decir, tras las primeras 48-72 horas. No se debe aplicar antes y está contraindicado sobre todo cuando existe un proceso inflamatorio en la zona.
Hay distintos tipos de técnicas para aplicar termoterapia:
Sólidos. A través de sacos de semillas, mantas eléctricas o hot-packs. Ideal para su uso en casa
Semilíquidos. Fangos, lodos o parafinas. Normalmente aplicados en consultas por profesionales.
Gas. Aire seco, como el que puede aplicar un secador. Sólo para casos puntuales.
Radiación. A través de microondas, lámparas de infrarrojos u otras herramientas. Siempre aplicado por un profesional.
Cómo aplicar calor para contracturas
El calor para contracturas debe aplicarse a última hora del día y en la medida de lo posible en más de una ocasión para notar mejoría. Cada aplicación debe durar entre 10 o 30 minutos, mejor de forma discontinua con un tiempo de reposo entre una y otra.
La temperatura de la aplicación no debe ser muy elevada, agradable para la persona a la que se le aplica. Esto es debido a que si la temperatura es muy elevada el músculo se contrae y es contraproducente.
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Escrito por Jose Antonio Corbeto Armario