La leche sin lactosa se ha popularizado mucho últimamente ya que pretende ser la alternativa para todos aquellos intolerantes a la lactosa que buscan una buena forma de empezar el día, y aunque la leche no es imprescindible, suele formar parte de la práctica totalidad de los desayunos, al menos en España.
Índice:
¿Qué es la lactosa?
La lactosa es un disacárido, es decir, un hidrato de carbono formado por glucosa y galactosa. Este disacárido debe ser degradado a esos dos azúcares simples por medio de la lactasa; una enzima clave en todo este proceso que producimos en el intestino delgado.
Con los años, y dependiendo de la alimentación de nuestros antepasados, iremos perdiendo nuestra cantidad de lactasas progresivamente.
Esto puede generar una intolerancia caracterizada por una malabsorción de lactosa, que nos lleva posteriormente a sufrir distensión abdominal, diarrea, flatulencias y estreñimiento.
Dado que los casos de intolerancia a la lactosa (parece que) han aumentado, la industria ha desarrollado la leche sin lactosa, a la cual únicamente se le ha añadido lactasa para separar al disacárido en los dos monosacáridos que lo forman.
¿Debería beber leche sin lactosa?
¿Es necesario beber leche sin lactosa en lugar de la habitual? Desde luego, si realmente padeces los síntomas mencionados anteriormente, sí, pásate a la leche sin lactosa, aunque insisto, la leche no es imprescindible.
Si la bebes por el calcio, puedes optar por fuentes mejores como la col rizada, el brócoli o las sardinas en conserva, pero si tu intención es tener unos huesos sanos y fuertes quizá deberías tener más en cuenta el hecho de tener altos los niveles de vitamina D y K2 y también el hecho de practicar ejercicio de alta intensidad que mejore la densidad mineral ósea. El resto de la composición nutricional de la leche permanece inalterado.
Si tienes dudas sobre si eres intolerante o no, probablemente no lo seas, aunque en ese caso deberías ponerte en manos de un experto.
Beneficios de la leche sin lactosa
La leche sin lactosa puede servir como fuente de calcio y riboflavina (B2) para aquellas personas intolerantes a este disacárido.
La digestión como tal no es más ligera, y el hecho de consumir esta leche en lugar de la normal si no somos intolerantes realmente no va a proporcionarnos ningún beneficio añadido.
Pero la propia leche sí que supondrá una buena fuente de grasa saturada que no hace mucho se ha observado que tiene efectos cardioprotectores, proteínas de alto valor biológico a causa de su buen perfil de aminoácidos esenciales (además de que su utilización y absorción por parte de nuestro cuerpo es bastante buena) y puede proporcionarnos calorías extra si las necesitamos en la etapa de volumen, pero debido a la falta de hambre no somos capaces de consumirlas a través de alimentos sólidos o si las necesitamos para llevar a cabo entrenamientos más exigentes.
Además, la mayoría de nosotros podemos decir con seguridad que preferimos los batidos con leche mucho antes que los batidos con agua, ya que esta le aporta un sabor más dulce y en caso de que sea leche entera, también tendrá mucho más cuerpo.
Conclusión
Mi consejo en cualquier cosa es que si optamos por la leche sin lactosa deberíamos acompañarla con alguna buena fuente de fibra como cereales integrales, legumbres, frutas o verduras, ya que el hecho de consumir un producto como este, con una gran cantidad de azúcares simples, puede crear un pico de insulina demasiado elevado que no nos favorezca para nada.
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Tanja Kongerslev Thorning, Anne Raben, Tine Tholstrup, Sabita S. Soedamah-Muthu, Ian Givens, and Arne Astrup. Milk and dairy products: good or bad for human health? An assessment of the totality of scientific evidence. Food Nutr Res. 2016; 60: 10.3402/fnr.v60.32527.
Serge Rozenberg, Jean-Jacques Body, Olivier Bruyère, Pierre Bergmann, Maria Luisa Brandi, Cyrus Cooper, Jean-Pierre Devogelaer, Evelien Gielen, Stefan Goemaere, Jean-Marc Kaufman, René Rizzoli, and Jean-Yves. Effects of Dairy Products Consumption on Health: Benefits and Beliefs—A Commentary from the Belgian Bone Club and the European Society for Clinical and Economic Aspects of Osteoporosis, Osteoarthritis and Musculoskeletal Diseases. Calcif Tissue Int. 2016; 98: 1–17.
Escrito por Guille Andreu